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Los dos jorobados

Aprendamos hacer rimas, porque de eso depende de que nos ganemos un premio o castigo; como le paso a uno de los hermanos del siguiente cuento:

Había dos hermanos jorobados. El jorobado más joven dijo:

- Quiero ir en busca de fortuna.

Y emprendió viaje. Camino y caminó, y de tanto caminar se perdió en un bosque. “¿Y ahora qué hago? ¿Y si vienen los asesinos . . . ? Mejor me subo a este árbol."

Cuando estuvo en el árbol, oyó un ruido. “¡Ahí están, socorro!"

En cambio, de una cavidad del suelo salió una viejecita, después otra, y otra más, toda una fila de viejecitas una detrás de la otra, que se pusieron a dar vueltas alrededor del árbol, cantando:

- ¡Sábado y domingo! ¡Sábado y domingo!

Y así seguían dando vueltas y siempre volvían a repetir:

- ¡Sábado y domingo!

El jorobado, desde la copa del árbol, dijo:

- ¡Y lunes!


Las viejecitas se quedaron atónitas, mirando hacia arriba, hasta que una dijo:

- ¡Oh! ¿Quién habrá sido esa alma bondadosa que nos dijo esa frase tan linda? ¡A nosotras jamás se nos hubiera pasado por la mente!


Y reiniciaron sus vueltas alrededor del árbol, muy felices, cantando:

- ¡Sábado, domingo y lunes! ¡Sábado, domingo y lunes!

Al rato de dar vueltas, avistaron al jorobado que estaba en la enramada. Él estaba temblando.

-Por caridad, viejecitas, no me maten. Lo que dije se me escapó, no quise decir nada malo.

-Vamos, baja, te queremos recompensar. Pídenos una gracia que te la concedemos.

El jorobado bajó del árbol.

-¡Vamos, pídela!

-Yo soy un hombre humilde. ¿Qué quieren que pida? Lo que más me gustaría es que me libraran de esta joroba, porque todos los muchachos se burlan de mí.

-Y te libraremos de la joroba.


Las viejecitas tomaron una sierra de manteca, le cortaron la joroba, le untaron la espalda con un ungüento, y la dejaron tan sana que no se notaba nada, y la joroba la colgaron del árbol.

Cuando el jorobado volvió a casa, ya no era jorobado y nadie lo reconocía en la aldea.

- ¡Oh! ¡Pero no eres tú! - le dijo el hermano.

-¡Sí que soy yo! ¿Viste qué lindo me he puesto?

-¿Y cómo hiciste?

-Presta atención - y le contó del árbol, de las viejecitas y del cántico.

-Quiero ir yo también - dijo el hermano.

Se puso en marcha, se internó en el bosque, subió al árbol. A la misma hora, las viejecitas salieron del agujero, cantando:

- ¡Sábado, domingo y lunes! ¡Sábado, domingo y lunes!

Y el jorobado, desde el árbol:

- ¡Y martes!


Las viejas se pusieron a cantar:

- ¡Sábado, domingo y lunes! ¡Y martes! - pero era inútil, había algo que no andaba.

Se volvieron hacia arriba, furibundas.

-¿Y quién es este infame, este criminal? ¡Cantábamos tan bien y ahora nos arruinó todo! ¡Ahora no podemos recuperar el ritmo! -finalmente lo vieron entre las ramas-. ¡Baja! ¡Baja!

-¡No, que no bajo! -decía el jorobado lleno de miedo-. ¡Ustedes me matan!

-¡Baja! No te matamos.


El jorobado bajó, las viejecitas descolgaron del árbol la joroba del hermano y se la pegaron adelante.

-¡Ahí tienes el castigo que mereces!

Así el pobre jorobado volvió a casa con dos jorobas en lugar de una.


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