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el diamante mágico

Todos lo seres humanos pasamos por problemas, tristezas, decepciones, amores, perdidas; pero solo nosotros podemos superarlas con toda la actitud que nos caracteriza. Siempre sacamos fortaleza de lo más profundo de nuestro ser.


Este tierno cuento nos demostrara que nunca estamos contentos con lo que tenemos; acudimos con personas " con poderes" clarividencia, vigencia; para resolver nuestros problemas. No estamos satisfecho con lo que hemos conseguido en la vida, siempre queremos más para ser "felices" sin darnos cuentos que esa felicidad esta más cerca que nunca.


Dentro de un bosque frondoso, oculto en la húmeda sombra de sus árboles andaba un hombre solo con sus pensamientos. El hombre caminaba pensando en sus problemas y se encontraba vacío, y muy, muy triste. Mientras andaba y andaba por el bosque su desesperación ganaba terreno, pues no sabía darle un sentido a su existencia. Pero de repente, alicaído y melancólico, se encontró un bello diamante que se encontraba justo en medio del camino.


A pesar de su angustia cogió el diamante y lo puso suavemente en su mano. Después de soplar para quitarle el polvo empezó a observarlo detenidamente mientras se alejaba de su preocupación. ¡Un diamante muy bello!

Como hipnotizado por el diamante continuó quieto, inamovible en aquel rincón oscuro del bosque hasta que empezó a contemplar algo que brillaba dentro de aquella piedra preciosa tan valiosa: un rostro bello y afable se empezaba a dibujar en el diamante.


La belleza de aquel rostro de hada hizo estremecer a aquel hombre que se sentía absorto mientras unos grandes ojos pestañeaban repetidamente. Finalmente los labios de aquella preciosa hada se entreabrieron:

-Me llaman hada del bosque. Durante siglos he otorgado deseos a quién me lo ha pedido. Me puedes pedir aquello que más desees y te será concedido.


Aquellas palabras hicieron despertar el alma de aquel hombre absorto en sus pensamientos. ¡De repente se dió cuenta que una maravillosa hada le podía proporcionar aquello que quisiera!

-Pídeme aquello que más desees- repitió el hada del bosque.


La voz resonó tan dulcemente en sus pensamientos que el hombre no sabía como resolver sus deseos. En cambio aquella voz le parecía dulce y hermosa, como música para sus oídos. Así pues no sabía qué decidir, hasta que finalmente afirmó:

-Hada del bosque que habitas en este diamante, sólo te pido que hagas aquello que tu consideres mejor.

Y el hada contestó:


-¡Oh amigo desdichado! Eso me pediste cuando eras un animal y te convertí en el hombre triste que ahora eres!


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