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El señor de las moscas

Los limites y reglas nos pueden parecer aburridos, una forma de controlar tu vida en cualquier lugar en que te encuentres; trabajo, escuela y principalmente en la familia. Tenemos la creencia de que las reglas son para amargarnos la vida.


Pero jóvenes no es así, las reglas son para que nos llegar demasiado lejos; como lo hicieron los chicos del siguiente libro que vamos a recomendar. Que no tuvieron limites y las consecuencias fueron demasiado fuertes que no supieron controlar sus sentimientos.


El dialogo puede ser una buena forma para llegar aun acuerdo, pero como todo ser humano siempre habrá envidias, celos, coraje e indiferencia. Mientras que no tengamos reglas o sepamos como demostrar lo que nos pase, no podremos vivir sin reglas.


El señor de las moscas, es un claro ejemplo que mientras no existan los limites o reglas; nos volveremos irracionales.

Un avión inglés se estrella en una isla desierta convirtiendo a la treintena de adolescentes que viajaban en su interior en un grupo de náufragos que, al verse libres de autoridad adulta y responsabilidades deberán aprender a sobrevivir por su cuenta mientras la ausencia de normas y límites hacen que la lógica y la serenidad de los jóvenes vayan desapareciendo al dejar paso a la faceta más salvaje del ser humano, lo que provocará que la utopía insular de Ralph, Piggy, Jack y los demás no tarde en transformarse en un caos gobernado por la locura, la lucha de poder y la muerte.

Ralph y Piggy, dos de los chicos mayores, encuentran una caracola que hacen sonar para reunir al resto de los supervivientes. Desde ese momento, la caracola será utilizada como símbolo de autoridad y derecho a la palabra, además de ser empleada para convocar a todos a una asamblea cuando la situación lo requiera. Ralph es elegido democráticamente como líder del grupo, pese a que Jack, otro de los chicos más fuertes, deseaba ser el jefe. Para contentarlo, Ralph lo deja a cargo del grupo de cazadores. El líder, decide que es necesario encender una hoguera, de manera que puedan generar una señal constante de humo y así ser rescatados por algún navío que la viese. Para encender el fuego, utilizan las gafas de Piggy aprovechando los rayos del sol. Desde aquel momento, Ralph insistirá durante toda la estadía en la isla que abandonar la hoguera, sería renunciar a la idea de ser rescatados y entregarse a la vida como salvajes, razón por la cual se designan encargados de vigilar que la hoguera no se apague en ningún momento.

Con el paso del tiempo, algunos de los chicos emprenden conductas violentas e irracionales. Jack es el primero de ellos, que al no haber sido electo como jefe del grupo, siente una rivalidad y odio hacia Ralph, disfrutando al mismo tiempo de insultar a Piggy. Se queja de la importancia que le dan a la hoguera y a la caracola, mientras él y su grupo están cada vez más obsesionados con la idea de cazar un jabalí, acción que finalmente llevan a cabo.

Progresivamente, el miedo se hace más patente a medida que aumentan los rumores de una bestia que habita en la isla. Aunque ninguno de los chicos mayores cree que esto sea posible, la idea los aterra igualmente. Una noche mientras los mellizos Sam y Eric cuidan la hoguera, ven una criatura desconocida, haciéndoles correr de miedo. Los demás deciden ir a investigar armados con lanzas, dejando a los "peques" al cuidado de Piggy. El grupo liderado intermitentemente por Ralph y Jack recorre la isla durante todo el día. A medida que oscurece y la rivalidad entre ambos aumenta, la mayoría decide retirarse y volver con los otros, solamente Ralph, Jack y Roger, llegan a la montaña, donde entre penumbras, logran ver la Bestia, momento en el que salen corriendo despavoridos. Luego, cuando discuten lo sucedido, Ralph expresa que los cazadores son incapaces de luchar contra La Bestia, ya que en el fondo son solo niños armados con palos. Jack se enfurece por el comentario y convoca una asamblea. En dicha reunión, acusa a Ralph de no haberse enfrentado a la bestia, lo denuncia por llamar a sus cazadores unos inútiles y se queja porque Ralph no sabe cazar, solo dar órdenes. Animado por la situación, pregunta enérgico quien cree que Ralph debería dejar de ser el líder, sin embargo nadie levanta la mano. Humillado, abandona el grupo. Más tarde sus cazadores se reúnen con él y atrapan otro jabalí, al cual le cortan la cabeza y la dejan en una estaca como ofrenda a La Bestia


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